En las ondas de la política moderna la canción de moda es “la participación”, canción que cada uno entona como le da la gana. Por lo visto, ejercitar el derecho al voto en unos comicios ya no es participar, porque no nos representan, otro éxito de la nueva política. Así que la participación, la buena, es la de las asambleas, las asociaciones o los foros basados en la “cercanía” al ciudadano. Esto de la cercanía también lo entiende cada uno como quiere y, al parecer, no se trata de que los políticos estén más cerca de los ciudadanos, sino de que las asociaciones sean cercanas al partido.
El caso es que en este Ayuntamiento, cuando los partidos, que han recibido un apoyo expreso de los ciudadanos, participan, resulta que molestan. En el grupo municipal más pequeño del Consistorio tenemos la fea costumbre de realizar preguntas en las comisiones, presentar mociones al Pleno o aportar enmiendas a las propuestas ajenas. Esto, que puede ser tenido por participación y que, en realidad, es acción de control del Gobierno, obtiene de manera sistemática el desdén de la Corporación, la respuesta perezosa o la falta de respuesta.
Estos días se nos ocurrió preguntar por los costes de “la caravana presupuestaria”, pensando que tendría un presupuesto, unos contratos y unas facturas. La fórmula para preguntar está reglada: las preguntas hay que presentarlas por escrito y con la antelación suficiente para que el concejal competente pueda buscar la respuesta con calma. Pues en la comisión ni se presentaron facturas, ni contratos, ni se dio respuesta concreta sobre cuánto se estaban gastando los ovetenses en la caravana del autobombo.
En los plenos ocurre otro tanto. Para que un asunto llegue al Pleno tiene que ser dictaminado por la comisión, pero el reglamento no dice que tal dictamen tenga que ser favorable. El Alcalde niega sistemáticamente el acceso de las mociones que presenta nuestro partido, y ha negado en repetidas ocasiones la posibilidad de abrir un turno de intervenciones para los asistentes a las tortuosas sesiones plenarias, tal y como le pedimos. Eso sí, para escuchar voces amigas sí ha abierto los micrófonos sin límite de tiempo.
La conclusión es que la participación no interesa cuando es la oposición la que participa, ni interesa que participen los vecinos que asisten al Pleno cuando pretenden criticar al gobierno municipal. Lo que interesa es que las voces amigas nos hagan los coros cuando cantamos: “Participación, qué bonito nombre tienes”.