“Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas”. En mi opinión, esta cita de la célebre escritora Mary Wollsronecraft, la primera feminista reconocida a nivel internacional, recoge, de una forma magistral e intemporal, la esencia de la igualdad entre hombres y mujeres. Ningún sexo es superior al otro.

Mucho ha llovido desde entonces, desde que aquellas primeras feministas, nuestras pioneras, mujeres valientes, inconformistas, rebeldes con causa, alzaran sus voces contra las normas sociales que el patriarcado de la época imponía, en las que se primaba la supremacía del varón y reservaba para la mujer únicamente el papel de madre y esposa.

Sin lugar a dudas, el movimiento feminista ha sido la revolución social más importante e influyente del último siglo, culminando con la conquista de la emancipación de la mujer. No se entendería nuestra sociedad, tal y como la concebimos hoy, sin el motor transformador del feminismo y sin la huella que ha dejado en todas las facetas de la vida, sociales, económicas, políticas, culturales, etc.

En España, fue gracias a figuras ilustres como las de Concepción Arenal, Emilio Pardo Bazán, María Martínez Sierra, Margarita Nelken o Clara Campoamor, por citar algunas de las más reconocidas, que floreció el feminismo en nuestro país. Mujeres que provenían de diferentes estratos sociales, pero a las que unía un mismo denominador común: su excepcional y brillante potencial intelectual.

El movimiento feminista, como cualquier otro movimiento social, ha ido evolucionando con el devenir de los tiempos y la sociedad, surgiendo con ello nuevos referentes femeninos y nuevas formas de entender el feminismo.

En los últimos meses, como consecuencia de la grave crisis institucional que atravesamos, vemos como el debate político ha ido degradándose hacia una “política del espectáculo”, más destinada al entretenimiento y la atención mediática, que a solucionar los problemas de los ciudadanos. Para l@s polític@s del show must go on, todo sirve para captar focos, nada se desecha ni se respeta, y tampoco ha quedado inmune a esto los ideales y valores feministas.

En los próximos días tendrá lugar en nuestro Concejo el I Aquelarre de Mujeres, bajo el lema “Quemando el patriarcado”. Son muchos los argumentos a esgrimir de porqué se puede considerar del todo desacertada y de mal gusto la temática de dicho evento, donde en nombre de la igualdad, del feminismo, la espectacularización alcanza su máximo exponente con protocolo de vestimenta incluido en negro y morado, autoproclamándose brujas y nietas de brujas, y encendiendo una hoguera al son de tambores.

Pero sin duda alguna mi mayor indignación y el motivo de esta denuncia, es que se pretenda justificar la creación de este pseudoaquelarre como un acto en contra de la violencia machista, con transporte subvencionado y parece ser que con veto a la participación masculina, discriminando y confrontando con ese grupo de hombres que también nos apoya, porque Señoras Concejalas de Igualdad “haberlos haylos, como las meigas”.

Señoras Concejalas, me dirijo a ustedes: en qué estaban pensando. La violencia machista es un problema tan grave que no entiendo cómo se puede tener el cuajo de festejar nada en su nombre, ni de pensar en disfraces, ni espectáculos, banalizando así de una forma tan frívola algo tan serio como la violencia y con ello a sus víctimas. De acuerdo con que todavía queda mucho por lo que reivindicar y luchar contra esta lacra social. Pero en la vida, como en la Política, las formas importan tanto como el fondo y hay cuestiones que necesitan de un tratamiento más digno.

Así que por favor, no usurpen ustedes los valores femeninos que son de todas, y no tengan el atrevimiento de erigirse en representantes de todas nosotras, porque ustedes con estas formas no me representan y no hablan en mi nombre.

Silvia Argüelles

Concejal de Cs en Ayuntamiento de Castrillón