Se me ocurren miles de analogías para describir las acciones del gobierno del tripartito en Oviedo. El Alcalde ha dicho que gobernar esta ciudad es “un orgasmo”. Yo voy a hacer una descripción más triste y dramática. Porque lo que Wenceslao López ha hecho en estos siete meses no es gobernar, sino guardar las apariencias de un matrimonio de conveniencia, que en política solo significa una cosa: el desastre. Por lo tanto, esa sensación que viene sintiendo de manera crónica debe de ser por otro extremo. A saber qué.

Nos enteramos por la prensa de que las juntas de gobierno son guerras de trincheras. Mientras los concejales del tripartito intercambian reproches, otros nos preocupamos por los contratos malogrados, la creciente morosidad, la apertura del puente de la Florida o las actuaciones en barrios olvidados como El Cristo o Ciudad Naranco. La gestión de la ciudad está en piloto automático. Lo ejemplifica bien el hecho de que pasado un mes del ejercicio 2016 aún no hay un presupuesto, principal herramienta del cambio, la esencia de un gobierno serio.

No imaginan los ciudadanos lo lejos que se hallan del consenso. El gobierno proclama que existe un acuerdo político, la propaganda nuestra de cada día para encubrir las disputas y contradicciones internas. Para el tripartito es dramático, precisamente porque los gestos y el teatro son sus fuertes. Escenifican bien. Se muestran sonrientes y confiados cuando hay cámaras, y cuando las cámaras se van empiezan los gritos y el drama.

Desgraciadamente para Wenceslao López gobernar Oviedo no es un orgasmo. Es un matrimonio mal avenido con Somos que delante de la gente intenta guardar las apariencias. Pero ya no engañan a nadie. Los gritos ya se escuchan desde fuera. Quizás tengamos que sustituir la “caravana del presupuesto de Rosón” por la mítica caravana del amor del fallecido Jesús Puente. A ver si se arregla ese matrimonio. Y gobierna.

 

Luis Pacho Ferreras

Concejal y Portavoz del Grupo Municipal Ciudadanos en el Ayuntamiento de Oviedo