Este término anglosajón se podría traducir como responsabilidad, pero dentro de la cuestión política tiene un significado que va más allá. Es el ejercicio de la responsabilidad absoluta algo que en España es muy difícil ver. Una de las famosas frases del 15M decía: “Dimitir no es un nombre ruso”. Esta frase viene a acusar al político español de no atender a sus responsabilidades cuando literalmente “le han pillado con el carrito del helado”. Hace ya dos días han imputado a Agustín Iglesias Caunedo, y efectivamente no ha dimitido como concejal del Ayuntamiento de Oviedo.
Desde Ciudadanos Oviedo consideramos que mientras no fuera imputado el asunto era responsabilidad del Partido Popular. En Ciudadanos en el mismo caso, un concejal hubiera sido expulsado del partido. Pero ahora hemos llegado al punto de la imputación. Al punto en el que el juez ha encontrado evidencias de delito. De un delito, en este caso, que es el peor por el que puede ser acusado y condenado un político en el ejercicio de su actividad: La prevaricación y el cohecho. La prevaricación que es el actuar de manera premeditada de manera injusta y el cohecho que consiste en recibir favores a cambio de favores… en definitiva, aceptar sobornos.
Este delito es el peor que puede cometer un político en el ejercicio de su actividad porque:
- Es traicionar a las personas a las que tenía que servir: los ciudadanos.
- Deteriora la imagen de los políticos que honradamente sí trabajan por sus conciudadanos.
- Emponzoña la institución en la que el imputado ha ejercido o está ejerciendo su cargo.
- Contagia este emponzoñamiento a la ciudad, a la región y a la nación de su ámbito, en definitiva, contagia la imagen de la sociedad.
Y es por eso que la sociedad no se puede permitir que una persona imputada siga manteniéndose en un cargo público.
Me decía un compañero el sábado pasado una frase que viene pintiparada para este caso: “No la hagas, no la temas”. Y esto es lo que hay que contestar a todo aquel que te diga que cualquier persona puede ser imputada. Los políticos podemos cometer errores, pero nada puede hacer que caigamos en aceptar sobornos o en actuar a sabiendas de manera injusta. Es injustificable. Y es injustificable que incluso generes la sospecha. Viendo el caso de Agustín Iglesias Caunedo soy incapaz de, como dirían los anglosajones, ponerme en sus zapatos.Yo no hubiera devuelto el aval a Tribugest teniendo como tenía una sentencia favorable para no hacerlo y mucho menos hubiera aceptado el pago de un viaje por parte de una empresa.
Por tanto no me tiembla la voz ni el pulso, ni tengo duda alguna al pedir la dimisión de Agustín Iglesias Caunedo